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Carol nos habla de su embarazo. ¿Por qué elegir una matrona privada a domicilio?

2 de Mayo del 2014

 

Tras siete meses aparecieron dos rayitas en un test de embarazo, qué felicidad, qué alboroto, otro perrito pilot… Ah no!!! no es eso… Otro no, es el primero, así que allí estábamos dos treintañeros sin saber muy bien qué se nos venía encima.

 

Empezamos por una peregrinación de médico de cabecera, matrona y ginecólogo, todo por ese orden. Creo que en total llegamos a unos 30 minutos en el total de las visitas. Sólo en el ginecólogo nos confirmaron el embarazo tras casi 14 semanas.

 

¿Qué fue lo que sacamos en claro de todas esas visitas? Pues que el embarazo es una travesía de 9 meses que he llamado “ Yinkana de sustos” … Que si la toxoplasmosis (susto para las comidas); amniocentesis (riesgos, incertidumbre, ¿saldrá todo bien?); azucar (diabetes, bebés enormes que pueden reventarte por dentro…) Bueno estoy exagerando en este caso, pero no veaís la que me montó mi cuarta ginecóloga cuando le dije que me había hecho otra alternativa prueba de azucar en vez de la protocolaria… Anemia (según la sexta ginecóloga que me vio era un riesgo extremo ya que podría desangrarme tras el nacimiento de mi bichito; ojo!!! palabras textuales)

 

Todo esto aderezado con un contínuo ir y venir de ginecólog@s en la consulta, creo recordar que me han visto un total de 7 (y todavía estoy en octavo mes…) .

 

La matrona que es la que siempre está pues sólo la vemos 2 veces y porque hace la citología y en las clases preparto…

 

Y eso que mi embarazo está siendo estupendo, sin riesgo, sin complicaciones, vamos que enferma no estoy…

Eso no quita para que sea un proceso donde es todo nuevo, todo te sorprende, no sabes si es normal, si no es normal, desconoces las nuevas percepciones que tenías sobre tu cuerpo, se vuelve un ente extraño que tienes que volver a conocer y con el que tienes que volver a conectar, añadiendo además que eres la responsable de la vida que crece dentro y que después de las 2 rayitas la quieres con una locura hasta entonces desconocida.

 

Así que desde las primeras impresiones de lo que me iba a tocar vivir en las consultas, donde entrabas, te sentabas en una silla, llena de dudas y preguntas que se te quedan en la garganta porque en cuanto intentabas hablar la enfermera te mandaba callar porque le estropeabas la medición de la tensión…

Sí, yo también me quedé ojiplática. Decidí que no quería ese trato en mi embarazo, quería conocer, saber lo que me estaba pasando y por qué, quería decidir sobre lo que iba bien  para mi bebé y también para mí, pero siempre bajo un prisma de conocimiento.

 

Nos pusimos manos a la obra y gracias a un blog encontramos a Amanda (Matrona colegiada), y todo fue diferente. Hubo cosas iguales, por supuesto, historial, control del bebé, control de la salud de la mamá (análisis, azucar, etc), pero el trato, su trasmisión de lo que pasaba durante el embarazo el por qué de los cambios, lo que iba a suceder en el parto… Todo perfectamente explicado, nosotros preguntábamos, hablábamos, contábamos anécdotas… Pero sobre todo iba eliminando los miedos, uno tras otro, lo cuál nos permitía entendernos y ganar confianza día a día sobre nuestro embarazo primero y lo que iba a venir después.

 

Ahora estamos en la fase final del camino, donde también nos hemos puesto en sus manos gracias a la cofianza que ya tenemos con ella, y que nos va a llevar a otro camino más largo, y durante un pequeño lapso también queremos contar con Amanda porque por mucho que seamos capaces y que contemos con nuestro instinto y sentido común, aprender del conocimiento y experiencia con un apoyo cariñoso, humano  y sereno es un regalo.

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