top of page

Rodrigo nació en casa, parto de matrona

7 de Marzo del 2016

Arantxa y Rafa aún están redactándo su relato del nacimiento de Rodrigo pero yo ya lo he terminado.

¿Por qué escribo yo también? Porque Arantxa es amiga y matrona compañera en la asistencia al parto a domicilio... y me he tomado la libertad de expresar desde fuera, cómo viví ese momento :)

 

El 7 de marzo fue un día muy especial, tuve el gran regalo de acompañar el nacimiento del bebé de una amiga.

Una amistad que se forjó acompañando nacimientos en casa en Valladolid hace ya unos años.

Fuimos compañeras, presenciamos alegrías, compartimos noches en vela, momentos emocionantes, algunos duros y otros apresurados por la velocidad en la que querían venir al mundo algunos bebés..

 

Cuando Arancha me llamó para decirme que estaba embarazada me produjo una alegría inmensa y cuando me pidió que le atendiera su parto en casa no pude sentirme más feliz.

Yo confiaba plenamente en su capacidad para parir, estaba convencida de que ella estaba preparada para vivir una experiencia tan intensa como la que iba a suceder.

Rafa, su chico, estaba completamente convencido de esta decisión; ya eran muchos años juntos y él sabía tan bién como nosotras los riesgos y beneficios de un parto en casa y de un parto hospitalario.

Lo tenían clarísimo, si su embarazo era de bajo riesgo el mejor lugar para dar a luz a su hijo sería en su hogar.

No pudo ser, su casa estaba a 45 minutos de un hospital y nosotras ya habíamos tenido experiencias de partos a esa distancia del hospital y no nos gustó la sensación… Nunca nos pasó nada, pero de habernos sucedido algo era demasiada la distancia.

Siempre hemos tenido muy claras las cosas, lo más importante en un parto programado en domicilio es la seguridad, por lo tanto, para tranquilidad mental de tod@s, se alquilaron un pisito estupendo en el centro de Valladolid.

 

A las 37 semanas de gestación entramos de guardia las matronas que íbamos a acompañarles.

Ana era compañera de residencia de Arantxa en Valencia y gran amiga desde entonces; había trabajado mucho en paritorios de baja intervención pero era la primera vez que iba a presenciar un parto en casa. Estaba encantada de haber sido invitada a este evento.

Naza es residente de matrona en Madrid y madre de tres niños, dos de ellos nacidos en casa.  Su saber estar, su predisposición y empatía nos encanta.

Y yo emocionada, deseando vivir esa experiencia, sintiéndome orgullosa de que me hubiera ofrecido algo tan íntimo e importante.

Me hubiera encantado tener a Laura al lado, mi compañera habitual en los partos en casa, pero no podía ser… tres bebés más iban a nacer el mismo mes en Madrid y ella tenía que quedarse al frente.

 

Cuando entramos de guardia comprobamos que todo estaba correcto, el bebé estaba perfectamente colocado, la logística de la casa muy organizada, la piscina de partos en el salón y el material de urgencia revisado y colocado estratégicamente dentro de un armario.

Cuando Rodrigo quisiera nacer le estaríamos esperando.

Arantxa ya se encontraba pesada, andaba con dificultad y ya había comenzado con contracciones; parecía que no quedaba mucho tiempo para que el pequeñín naciera…

 

Y efectivamente, una semana más tarde recibíamos noticias en el grupo de whatsup: “chicas he roto aguas, son claras y no tengo contracciones, en un rato recogeremos y marcharemos al piso de Valladolid”.

Hablamos por teléfono en varias ocasiones y cuando comenzaron las contracciones hicimos la logística.

Ana iba a ser la primera en llegar puesto que era quien estaba más cerca; y Naza y yo cogeríamos el Ave.

De camino Ana nos informa que Arantxa está llevando a cabo su trabajo de parto con mucha tranquilidad y tras pedirle un tacto, descubre que ya está dilatada de 4 cm pero la cabecita de Rodrigo se encuentra deflexionada (en lugar que tener la barbilla pegadita al pecho, el niño hace justamente lo contrario).

Cuando Naza y yo llegamos, Arantxa comienza a sentir cada vez más dolor en el pubis…

Sospechamos el motivo: ¡la posición de la cabecita de Rodrigo!

Confiemos en que con mucho movimiento la cabecita se coloque correctamente.

Arantxa y Rafa bailan, ponen salsa y ella mueve su cadera en todas las posiciones posibles.

Está cansada, lleva más de un día sin dormir… se echa en la cama un ratito de lado pero las contracciones no le dan tregua.. Recuerdo acompañarla a vomitar al baño… ¿Cuántas veces hemos hecho lo mismo juntas? No vomitar nosotras… ;) pero sí acompañar a mujeres que estaban a punto de parir… venga, esto tiene buena pinta!! Le damos ánimos…

Ella comienza a desesperarse, le duele mucho el pubis y dice que no sabe si podrá hacerlo… “¿He montado todo esto para irme ahora al hospital? Joer… no puede ser… Quiero que me explores!”

Le digo que igual podemos esperar para otro tacto pero ella insiste así que accedo: 7 cm y cabecita perfectamente colocada en un primer plano.

Oleee, esto ya es otra cosa, todas contentísimas nos ponemos a llenar la piscina de partos y Arantxa deseando meterse.

 

Cuando entra en la piscina todo parece cambiar, Arantxa consigue desinhibirse un poco más y dejarse llevar por la intensidad del momento.

“Madre mía con lo vergonzosa que soy yo y aquí estoy con el culo en pompa y metiendo unos gritos… madre mía los vecinos!! Bueno, como no nos conocen… jajajaja “

Las olas iban y venían, la oxitocina nos envolvió a tod@s, ese ambiente mágico que tanto me gusta… ese ambiente sin horarios, sin protocolos hospitalarios, en libertad, de manera instintiva y absolutamente mamífera.

Calor, penumbra, masajes en la espalda, vocalizaciones, el sonido de la Reflex haciendo un precioso reportaje de fotos casero, la música de Rosa Zaragoza, las ondas alfas del Hipnoparto… y Arantxa se dejaba llevar, se dejaba mecer por las olas…

Esto se intercalaba cada 15 minutos y puntualmente para escuchar a Rodrigo con el dopler, para confirmar que todo estaba perfecto; porque ante todo y como dijimos al principio, está la seguridad… y con eso nosotras somos muy rigurosas.

 

Algo que ya suponía se confirmó: fue incapaz de desconectar de su profesión: “todavía tengo cuello, no estoy en completa, pero tengo la cabeza casi en un tercer plano… Rodrigo hijo sal ya que te estamos esperando!!”

Nos reíamos…

¿Y cómo puede dejarse llevar una matrona? No lo sé… la curiosidad me corroe por dentro.

¿Qué tal preciosa, cómo estás? “Ya me lo dirás, ya… cuando te toque a ti ya me contarás…”

Nos reíamos…

Y efectivamente, ya le contaré, cuando tenga un bebé tengo clarísimo quien quiero que me acompañe, no concibo compañía mejor que mi chico y mis tres matronas favoritas…

 

Finalmente Rodrigo decidió asomar su cabecita, el aro de fuego hizo su presencia y mientras Arantxa gritaba y resoplaba, su cuerpo empujaba instintivamente al pequeñín, que hizo su trabajo de una manera impecable.

Le costó desprender los hombros por lo que realizamos la maniobra correspondiente para estos casos y automáticamente pudo salir y ser recogido por los amorosos brazos de su madre.

Apgar de 10 para Rodrigo y periné íntegro para su madre, ¿no está mal no? J

 

Ha sido una experiencia con gran implicación emocional, porque acompañar a una amiga, encima matrona de parto en casa, en el momento más trascendental de su vida… presenciar cómo trae a su hijo al mundo de esta manera que ambas compartimos y en la que creemos, es algo que nos va a unir de por vida.

 

Fue un equipo perfecto: Rafa, Ana, Naza, Arantxa, Rodrigo y yo.

Tod@s pusimos nuestro granito de arena para que este nacimiento fuera respetado, confiamos en la naturaleza, en la sabiduría de Rodrigo y en el poder de Arantxa. Y funcionó.

Como casi siempre funciona cuando esto se respeta…

Porque las mujeres podemos parir, si se confía en nosotras, si nos dejan en paz, si los profesionales sanitarios a los que acudimos confían en nosotras en lugar de meternos tanto miedo en el cuerpo que creemos depender de ellos para que nuestra vida y la de nuestro hijo no corra peligro.

 

Parir en casa acompañada por profesionales, por matronas, es seguro; la ciencia lo avala… y la experiencia es completamente única.

 

Please reload

bottom of page